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Concurso Educar en valores 8 (última parte)

Y hablando del poder de las palabras, algo que tiene que tener muy en cuenta los padres es como se le va ha denominar al niño. Me explico,  llega el padre a casa y la madre le dice “sabes lo que ha hecho esta tarde tu hijo”. Seguramente nada bueno. Volvamos a entrar en casa y la madre dice “sabes lo que ha hecho esta tarde mi hijo”. Seguramente algo bueno. Si os fijáis cada vez que el niño hace algo bueno es mi hijo y cuando hace algo malo es tú hijo. Esto tendría que evitarse por el bien del entendimiento entre los padres y para centrarse en la educación del peque. Lo mejor es decir siempre su nombre o bien el niño o nuestro hijo. Ese caso también se puede dar con los abuelos, sobre todo cuando ha habido una separación de los padres, si tenemos alguna confrontación con los suegros no es cuestión de ir por allí diciendo “mi hijo” porque ese niño es tanto hijo tuyo, como de tú ex pareja, como su nieto.

Cuando por unas circunstancias u otras ha habido una ruptura familiar se debe tener una cosa muy clara. Puede que como pareja no funcionéis y estéis mejor cada uno en su casa, pero el niño no tiene la culpa de eso y no tiene que convertirse en un arma arrojadiza para zanjar las desavenencias entre papá y mamá, ¡bastantes problemas tienen los niños aprendiendo y creciendo para que nosotros los utilicemos para hacernos daño!. Así seguro que ellos se harán muchísimo más.  Los padres deben ponerse de acuerdo por el bien de niño, seguir yendo a buscarlo los dos al cole si así lo hacían, yendo juntos a los cumples que les inviten, ir juntos al médico o a las actividades del cole en que salga el peque. Es lo que os he dicho al principio, el niño es de los dos y lo es para toda la vida. En mi caso la gente alucina en ocasiones de que en muchísimas actividades estemos yo, mi ex y nuestro hijo y mi actual pareja y el hijo de ambos, jugando todos, llevando mi ex en hombros al pequeño mientras el mayor está hablando con mi actual pareja de algo. Reconozco que una cosa así no es muy habitual pero creo que debería serlo.

Una cosa si estáis en esta situación y rehacéis vuestra vida, tened en cuenta que esa persona no será nunca su papá. Me explico, una vez mi hijo mayor intentaba decirle papá a mi pareja, nos paramos, nos agachamos para estar a su altura y le dije “tú tienes un papá que se llama fulanito y que aunque no viva con mamá te quiere muchísimo. La pareja de mamá es alguien muy especial y aunque estemos viviendo juntos y se preocupe por ti y juegue contigo, y te quiera como si fueras su hijo, él nunca te podrá llamar hijo, te llamará X y tú nunca le podrás decir papá, porque ya tienes uno. Le llamarás fulanito, y fulanito es alguien muy especial que no se puede comparar a nada más”. Porque pensad, ¿como os sentiríais vosotros en esta circunstancia y vuestro hijo empieza a decirle papá o mamá a otra persona?  Reconozco que llegar a esto me llevó mucho trabajo y mucho hablar con mi ex de que aunque estuviéramos separados el niño era cosa de los dos, le decía que” muchos padres pagarían para que sus parejas les dieran tantas facilidades y él que las tenía pasaba de ello” lo bueno es que lo reconocía pero siempre había una excusa para no ir al medico a al cole... Por suerte al final se fue dando cuenta de ello sobre todo cuando vio que el niño empezaba a pasar de él y le comenté si creía que el niño caería siempre rendido a sus pies sólo porque él fuera el padre biológico. A un niño hay que currárselo cada día, con besos y con regañinas si hace falta pero tiene que ver que siempre nos tendrá al lado y puede confiar en nosotros. Es por eso que un niño cuando ha sido adoptado aunque no haya tenido esos nueve meses de ventaja (y muchos otros después) acaba sintiendo tan profundamente que esos son sus padres y los padres sienten que ese es su hijo y que la gestación fue de papeleo en vez de consultas al ginecólogo y el parto pasó por un viaje, una visita a un juzgado y normalmente una reunión en una habitación de un orfanato.
Algo que desmonta mucho a los niños y los estresa es la falta de horarios, a los niños les suelen gustar  las rutinas. Evidentemente se pueden hacer actividades nuevas, pero los horarios básicos de levantarse, acostarse y horas de comidas debería respetarse.  Eso de que porque es verano y estamos de vacaciones los niños cenen a las 10 y se vayan a dormir casi a las 12 y luego se levanten cuando quieran es desconcertante. Los niños pierden rutinas y los padres no tenemos ni un momento para estar tranquilos. Es cierto que muchas veces es necesario  modificar las rutinas, si sabéis que eso ocurrirá, comentádselo, aunque sea pequeño. Entienden mucho más de lo que creéis.  Los niños suelen sentirse más seguros si saben que en lugar de ir al cole hoy iréis al pediatra. Muy relacionado con los horarios está el hecho de tener muy claro que los niños son niños. Me explicaré, en ocasiones, o bien por incompatibilidad de horarios con los laborales de los padres, o bien porque pensamos que nuestro hijo puede convertirse en una figura del deporte que más nos gusta o porque queremos que sea súper inteligente y que poniéndole tropecientas actividades y repasos lo conseguiremos, o porque realmente necesita ese apoyo en algo, o por lo que sea, tengamos al peque “entretenido” todo el día con un sinfín de actividades extraescolares.  Puede que el niño pueda llevarlo bien y todo ese ajetreo se convierta en una rutina, pero, ¿creéis que es necesario en ocasiones tanto?.  A mi hijo tuve que ponerle mucho refuerzo para enseñarle muchas cosas, a la salida del cole iba a un gabinete, allí le daban logopedia, psicomotricidad, repaso… en una ocasión le pregunté a Noemi si en casa tenía que hacer más deberes y le tenía que dar más refuerzo. Entonces ella me dijo “Cariño, es un niño, hace mucho más de lo que puede, déjale respirar un poco o se saturará y se cerrará”. Es cierto, así como nosotros como dice un programa de tele necesitamos nuestro minuto de paz y relax, los niños tienen que tener también sus momentos de niños, no les saturemos.
Creo que más o menos todo esto se puede resumir aproximadamente en los valores de amor, respeto, generosidad, empatía, comprensión, colaboración, comunicación, firmeza, humildad. Y… ¿como deberían trabajar los padres todo esto?. Lo primero es asumir que se puede fallar, si uno asume que no es omnipresente ya es un paso. El siguiente sería identificar donde se falla, para ello lo mejor es escuchar y preguntar, hay un ejercicio o actividad que nos puede servir también para el siguiente paso que es ver como le ponemos solución. Os pongo un ejemplo que es extrapolable a cualquier valor o conducta que queráis trabajar.
Tenéis que hacer una sencilla tabla, cada miembro que intervenga en la educación tiene que tener una. Cuando detectáis un problema recordad lo que habéis hecho. Luego apuntadlo,  cuando se ha dado el problema, a que hora, anotad lo que ha pasado antes, como os sentías, que habéis hecho, como habéis reaccionado y actuado y como se lo ha tomado el niño y las demás personas que estén allí. Más tarde, al día siguiente o el día que determinéis, ponedlo en común, id mirando porque ha ocurrido algo, como he reaccionado, que ha pasado después, si lo hemos hecho bien, si lo podríamos mejoras, como lo hacen los demás, si nos gustaría que ha nosotros nos hicieran eso.  Os sugiero que pase un tiempo pues cuando algo acaba de ocurrir puedes estar ofuscado y lo que en este momento te parece tremendo luego te das cuanta que no hay para tanto o que te has pasado, pero tampoco esperéis demasiado tiempo para luego no recordadlo cuando lo habléis. Si llegáis a una conclusión intentad trabajarla.  Si la situación es muy grave y se os va de la mano entonces el mejor consejo que os puedo dar es que os pongáis en manos de un profesional, un psicólogo que puede ser el de la escoleta, el del cole o un profesional externo. Preguntad que os asesoren o recomienden alguien, el boca a boca muchas veces es sinónimo de que se funciona bien. Si no os convence buscad otro. Recordad, no es que busquéis a otro que os de la razón, buscáis uno que os de consejos, os ayude y os sepa encauzar en el dificilísimo camino de ser padres. ¿Y cómo sabremos que lo estamos haciendo bien?. Pues sencillamente porque los cambios que habeis provocado en vuestro entorno, harán que tanto vosotros como vuestro hijo empezareis a sentiros que sois unas personas felices.

Sabéis lo mejor de que los niños no vengan con manual… que ese manual nos lo hemos de currar nosotros gracias a su evolución y al devenir de nuestras vidas juntos. Suerte y a disfrutarlo.

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De la cuna a la cama

Después de que dimos el primer pasito hoy hemos dado el segundo. Una vecina mía que tiene trillizos, ya de 6 años, me vino ayer con unas de esas cosas que se ponen en la cama de los niños para que no se caigan porque ya no las usa. Hablando le conté el intento fallido que tuvimos el otro día de ir a Ikea a comprar unas camas (porque me salté la salida en la autovía y no supe volver, jejeje) y me dijo que tenía una cama en el trastero que me la daba. Así que dicho y hecho. Me pareció perfecto empezar con uno de ellos para hacerlo poco a poco, para estas cosas mejor de uno en uno. Le tocaría sin duda a mi niña que está ya muy estrecha en su cuna. Es una cuna especialmente pequeña, más que las de sus hermanos, podéis verla en la entrada que comento al principio. Pues me he tirado media mañana montando la cama y reorganizando la habitación de los peques para que entrara bien, ahora tengo dudas de si entrarán tres camas.... Ha quedado tal que así: A un lado la cama de la niña